F. E. Madrid
‘Genetic risk factors for type 2 diabetes mellitus and response to sulfonylurea treatment’. Este es el título del póster ganador del Congreso Europeo de Farmacia Hospitalaria que ha organizado la EAHP y cuyo autor es Jesse Swen, del Departamento de Farmacia Clínica y Toxicología de la Leiden University Medical Center, de Holanda.
En su investigación, Swen investigó si los factores genéticos de riesgo para diabetes tipo 2 se asocian con la respuesta al tratamiento con sulfonilureas (SU). Según explica en su investigación, los pacientes con diabetes tipo II que iniciaron su tratamiento con SU (tolbutamida, glibenclamida, glimepirida, gliclazida) fueron reclutados en 4 centros de atención primaria y los datos se obtuvieron de los registros electrónicos de pacientes.
El objetivo primario era lograr una dosis estable de UB, definida como el período de ≥ 270 días consecutivos sin ajuste de dosis o el inicio de otra UB, la insulina o metformina. Los objetivos secundarios fueron dosis estable de la UB prescrita y el tiempo para establecer una dosis SU estable. Fueron seleccionados 20 SNPs consistentemente asociados con diabetes tipo 2 en 19 genes.
La media de riesgo genético fue de 19,0 en la población con DM2. Según el autor, la puntuación de riesgo genético se asocia negativamente con el logro de la dosis estable de SU: el 84,7 por ciento de los pacientes en el grupo de bajo riesgo (n = 59) logró una dosis estable frente al 74,1 y 62,3 por ciento de los pacientes de riesgo intermedio (n = 81 ) y de alto riesgo (n = 62), respectivamente.
Así, el investigador concluye que los pacientes con un mayor riesgo genético de diabetes tipo 2 son menos sensibles a las SU.
Información al paciente
Por su parte, Claudia Mildner, del Departamento de Farmacia de la University Medical Center of the Johannes Gutenberg University Mainz, de Alemania, fue la ganadora del segundo premio del congreso por su póster: ‘Closing the gap – improving patient safety with better drug information’.
“El problema de la transferencia de información pobre existe en la interface entre el tratamiento clínico y el ambulatorio. Los pacientes no están lo suficientemente informados acerca de su tratamiento farmacológico actual y futuro”, señala Mildner. Así, el propósito de su estudio fue el de comparar el conocimiento de los medicamentos al ser administrados al alta con o sin la intervención de un farmacéutico clínico.
Con la participación de los farmacéuticos clínicos, la brecha en el conocimiento de los 617 pacientes sobre sus medicamentos se redujo, concluye la autora. “Los médicos generales encontraron que sus pacientes estaban mejor informados, por lo que se apreció una reducción del tiempo y del esfuerzo”, agrega.
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